NEW YORK.- Triste realidad, la que vive República Dominicana. De un gobierno neoliberal perverso, ladrón, corrupto y dependiente, a otro, también neoliberal, de familias millonarias, empresarios, comerciantes, sumiso, y dependientes por supuesto, de las transnacionales foráneas operando en el país explotando nuestros recursos, no para beneficio del pueblo, sino para ellos, los empresarios, socios y familiares de los que hoy día detestan el poder. Y como siempre, un pueblo esperanzado, y engañado, cada cuatro años de que va a cambiar su suerte, para quizás del cielo caigan, las promesas y promesas de empleo, comida, trabajos, salud, techo, y seguridad ciudadana, que siempre les prometen. Pero todo sigue igual, nada cambia.
El neoliberalismo no solo ha perdido legitimidad en la RD; sino también ha cosechado odio, repulsa, y desprecio. Sus defensores los han convertido en una amenaza a lo pocos recursos que les queda al país, para que la inmensa mayoría pobres puedan subsistir sin acudir a una rebelión social violenta que sacuda de una vez por toda la acumulación de injusticias, abusos, saqueo, corrupción, y violencia, en que esta sometida la sociedad dominicana.
No hay que ser comunista, ni socialista, e incluso ni izquierdista, para darse cuenta de que el modelo actual neoliberal capitalista que los políticos perversos de la partidocracia dominicana le han impuesto al país por los últimos 50 años, se ha agotado, no funciona, y está ya podrido y mal oliente como un cadáver putrefacto tirado a la intemperie. Dentro de ese sistema, como lo esta demostrando el gobierno del “Cambio” del “gobernadorcillo” Abinader es imposible salir del nudo de contradicciones cada vez más complejas que afectan a todos y a todas las dominicanas por igual.
En un ámbitos que va desde la crisis energéticas, de la ecología, la degradación del medio ambiente, la salud por el Covid-19, la injusta distribución de los bienes materiales, los empleos, la escasez de agua, la falta de energía eléctrica o las dificultades para recibir asistencia médica adecuada, en los centros de salud del país, hasta la crisis de la criminalidad social en las calles del país, a manos de gangas, criminales individuales, e incluso de la misma institución encargada de velar por la seguridad de los ciudadanos, la Policía Nacional.
La incongruencia de las élites que hoy día controlan el estado dominicano, incluyendo las familias millonarias, la embajada que les da las ordenes, el sector empresarial, y el mismo “gobernadorcillo ”Abinader, quien en busca de la silla del palacio, clamaba a puro pulmón, que de llegar al poder haría otra forma de gobernar, y resolvería todos los problemas del país, hoy día se encuentra empantanado, estancado en el mismo lodo, y pantano, y praxis de gobernabilidad, en que estaban los perversos del gobierno anterior, que el mismo Abinader, sustituyo.
La sociedad dominicana, enfrenta hoy día, dos alternativas, para paliar los problemas del país: por un lado, controlar los recursos naturales a través de la administración del Estado o cederlos a las transnacionales que actúan bajo la consigna del saqueo. Todos sabemos que el actual gobierno, así como el anterior están decididos por esta última alternativa: cederlos a las transnacionales, para que estos se los roben y las ganancias se las repartan entre ellos, y para el pueblo, ni nananina. Hay que hacer conciencia, que la culpa la tienen los partidos, todos: PRM, PRD, PRSC, FP, y todos los demás, que llegan al poder bajo falsas promesas de villas y castillas, pero una vez en el gobierno mantienen intacta la estructura de impunidad, corrupción, robo, criminalidad, privatizaciones de los activos del país, y contractos onerosos a favor de las familias millonarias, empresarios y comerciantes, cumpliendo con una tradición política de alternarse en el gobierno sin haber cambios sustanciales.
Por último, el sector energético, y sus dueños, están condicionado a no detener la incesante alza de precios de la electricidad, y la gasolina incluyendo todos sus derivados. Todo esto a pesar de todo el espectáculo y la algarabía mediática producida, cuando se compraron todas las acciones de la refinería de petróleo. Esta leonina situación, se produce cuando las facturas por consumo eléctrico, y el precio de los combustibles, se han elevado en un porcentaje tan alto, que están poniendo en jaque a hogares, pequeños negocios, y sometiendo a las familias a situaciones absurdas del pasado, como planchar con planchas de carbón, lavar ropa y tenderlas afuera, o pasar la aspiradora de madrugada para evitar las cuotas de horas pico, y forzar las gentes a comprar comida preparada fuera, porque ya no pueden permitirse el gasto de cocinar en casa, dado el precio del gas.
Lo que está haciendo el gobierno del mal llamado cambio, muestra de manera descarada que, cuando se le da el control de un sector estratégico como el de la energía, a empresarios privados, estos lo convierten en un arma para chantajear al mismo estado y la sociedad. En este caso, el conglomerado utiliza, se vale de las tarifas eléctricas para lanzar lo que no puede calificarse sino de extorsión, pues en vez de reducir sus márgenes de ganancia, sino a aumentarlas, condicionando directamente a millones de ciudadanos a que el Estado renuncie a una fuente de ingresos indispensable para mantener el funcionamiento de los servicios educativos, de salud, seguridad social y cultura. Un chantaje que, además, se produce en un país donde los salarios de las mayorías apenas ni alcanza para comer tres comidas al día, pagar alquileres cada día más caros, además de la gasolina, y el gas para cocinar, convirtiéndose en un asunto de vida o muerte, para millones de familias en todo el país.
El país, no puede permitir, que, por culpa de un gobierno irresponsable, neoliberal y vendido a intereses criollos, y extranjero, llegue al extremo de que un consejo de administración de una, o varias trasnacionales amenace de manera directa a millones de personas y ponga a todo un país en la disyuntiva entre hacer valer su independencia y soberanía con respecto a sus recursos estratégicos, o encarar un estallido de descontento social violento y sangriento, que nadie quiere, ni desea. Está claro, y de más decirlo, que el modelo neoliberal que nos ha impuesto la partidocracia, y sus amos extranjeros, se ha vuelto en un modo “viven ti” intolerable, indefendible, y que empezar ya, su desmantelamiento, y destrucción, es una cuestión de suma prioridad, y de supervivencia para las grandes mayorías del país.
Por David Marnes
